miércoles, 19 de octubre de 2016

Todo era una farsa, aunque yo no estuviera al tanto.
Mi mente lo ideó todo, estas enfermedades falsas.
Ahora estoy mejor, pero es como si estuviera bloqueando la realidad, evitando pensar en lo gorda que estoy, en lo indeseable que soy. Logro hacer las cosas que hace una semana atrás parecían imposible, comer por decisión propia, levantarme sin problemas, la ansiedad se ha ido, ya no siento crisis.
Mi cabeza está confundida, se enreda. Si esto fue una farsa, ¿por qué dolió tanto? ¿por qué lo extraño?. Quiero volver a mi farsa, a mi mundo fácil donde soy frágil y necesito ser cuidada. Quiero que me la devuelvan, qué horrible decirlo. Devuélvanme mi tristeza, mi inapetencia, mi vacío, mi desdicha. ¿Qué hago sin ella, esperar un futuro que sé que será mediocre, porque soy una mediocre? Un futuro que me aterra.
Todavía están los cuchillos en mi casa, todavía las ideas están ahí, casi como una broma pesada. Como pidiéndome que lo haga por aburrimiento, porque ¿qué diferencia hace? Claro, no estás triste, pero tampoco nadie te quiere alrededor. Ni siquiera mis papás me quieren alrededor, sé que soy una carga para mis conocidos. Sé que nadie me aguanta en el colegio, que cada vez que tengo que preguntar algo desearían que fuera otra persona con la que tuvieran que tratar. Intento no estar.